De la ‘Paulownia tomentosa’ se dicen maravillas. Purifica el suelo donde hunde sus raíces, es capaz de rebrotar hasta siete veces después de ser cortada, se desarrolla rapidísimamente, su madera es ligera, resistente y muy rentable, proporciona una gran cantidad de biomasa, soporta bien los incendios y, por si fuera poco, está llamada a salvar el planeta. Es todo un superárbol que crece con un rutilante marchamo de mesías ecológico en las plantaciones que han decidido apostar por su cultivo en España. Todo perfecto, al menos en apariencia, pero hay un pequeño problema. La paulonia está considerada como una especie invasora que puede causar serios problemas medioambientales si no se controla su población.
Además de su nombre científico, también se le conoce como kiri o árbol de la emperatriz. Fue importado a Europa por la Compañía de las Indias Orientales Holandesas en la década de 1830 y poco después, trasladado a Norteamérica como árbol ornamental. Siempre que se habla de su historia se recuerda su origen chino y se esgrimen unas cuantas leyendas para enfatizar su carácter oriental y milenario.
Sus grandes hojas, entre las que alguna vez se posará el ave Fénix, pueden llegar a capturar 21,7 kilos de dióxido de carbono al día y convertirlos en seis kilos de oxígeno. Su absorción de CO2, diez veces mayor que cualquier otra especie, convierte al kiri en una especie de aspiradora que atrapa el aire contaminado para devolverlo purificado a la atmósfera. De ahí a imaginar grandes extensiones de paulonias insuflando oxígeno al planeta no hay más que un paso que ya han dado varios países.
Su segunda gran característica es la rapidez de crecimiento. En solo ocho años puede llegar a medir lo mismo que un roble de cuarenta, lo que lo hace muy apetecible para la explotación forestal. Su madera destaca por su ligereza, manejabilidad y resistencia. Con ella se pueden hacer tablas de surf y esquí, instrumentos musicales, persianas y elementos del sector de la automoción. Es una buena inversión siempre y cuando se tenga en cuenta que estos árboles necesitan una gran cantidad de agua para crecer.
Con tantas ventajas, algunos ven en el kiri la solución a los males del planeta, aunque no todos están de acuerdo. Hay quien cruza los dedos cuando escucha el nombre del superárbol y recuerda sus antecedentes. En 2008 se presentó en Estados Unidos un proyecto para plantar en Texas un millón de kiris para recuperar suelos muy contaminados y agotados por la explotación y los vertidos químicos. Diez años después, los árboles de la emperatriz están destruyendo los ecosistemas nativos de Maine a Florida y Texas, así como el Pacífico Noroeste. Esta especie se considera invasiva en doce estados y en uno de ellos, Connecticut, la venta de la planta está prohibida.
En España la ‘Paulownia tomentosa’ está incluida en la lista negra preliminar de especies exóticas invasoras. Como otros vegetales y animales, la paulonia se encuentra situada en una especie de limbo en el que se reconoce su peligrosidad para el ecosistema pero solo eso.
Un solo árbol de paulonia puede producir hasta veinte millones de semillas cada año, que se dispersan fácilmente por el viento y el agua.